La experiencia de Cristina y Ester como voluntarias en Pole Pole

Ahora, sentadas durante horas en el aeropuerto, hacemos una reflexión de lo vivido y tan difícil de explicar, con las emociones a flor de piel,  nos armamos de valor a contar nuestra experiencia, porque es la nuestra, la que nos ha ocurrido en estas semanas, en un lugar llamado Lokitaung, en el colegio “Pole-Pole “.

Nuestro sueño siempre ha sido ir de voluntarias…

Ayudar de alguna forma a las personitas más vulnerables, a esas personitas a las que nos dedicamos en nuestra vida diariamente; Este año era el momento, ambas teníamos las ganas e ilusión de hacerlo, teníamos el mismo sueño y solo faltaba un empujón, Amor Sin Barreras nos dió el apoyo necesario, la ilusión por ayudar un poco en lo que sabemos. 

Pole-Pole está dirigido por una maravillosa persona llamada Soila, una persona dedicada a los niños y que nos recibió con todo el cariño del mundo y su gran bondad.

Llevamos desde España un proyecto basado en el juego libre, en el que se incluyen los juegos tradicionales propios de nuestro lugar de origen.

Desde el principio nos dimos cuenta que debíamos adaptar nuestro proyecto a las necesidades y preferencias de los niños y a sus familias, sintiendo un sock al conocer la situación en la que viven los Turkana.

Muchos niños caminan descalzos varios kilómetros para llegar a “Pole Pole” y poder comer su primera comida del día.

Como docentes conocemos de cerca la vida en un colegio, la hora de la comida, el sueño…, nos sorprendió el silencio, las ganas de comer, no rechazan ni un trozo de comida, les cambia la actitud, se sienten felices, con más energía e incluso aún estando  cansados y durmiendose siguen comiendo.

Lo que nos chocó fueron las ganas que tienen de aprender,  y la capacidad que tienen para absorber los contenidos que les dábamos en estos días.

Saliendonos de “Pole Pole“, durante este curso escolar en España hemos estado, una en un cole ordinario y otra en un cole de educación especial, por esta razón, nos ha llamado la atención un niño con síndrome de down, llamado Etabo, perfectamente integrado en las clases, autónomo, que se buscaba la manera de seguir adelante un superviviente de la vida.

Etabo es un niño feliz, cariñoso, activo… qué en poco tiempo se ha hecho a la rutina del colegio, normalmente les cuesta más, pero sabe lo que quiere y se hace entender pese a su situación. 

Es un niño que se enfrenta a las mismas dificultades que todos los demás, siempre superándose.

Camina 2 kilómetros descalzo para llegar al cole como algunos de sus compañeros y lo hace sin quejarse, llegando a su destino con una sonrisa en los labios y ganas de aprender. 

Como nos pasó con todas las familias, al visitar su Manyatta, que es el lugar donde viven estos niños, vimos las circunstancias en las que viven y lo poco que tienen o nada para subsistir.

Al fin y al cabo, esta asociación “Amor sin Barreras ” se dedica a los niños que presentan mayor atención nutricional y atención clínica.

Para finalizar, nos sentimos con una pena muy grande de habernos ido, es como si hubiera sido un espacio de tiempo muy corto, y una huella marcada entre Soila, los niños y nosotras. 

Aún no nos habíamos ido y ya estábamos pensando en que podíamos programar para la próxima vez que volvamos. 

Esperamos que para ese momento “Pole Pole ” haya podido crecer y albergar a más niños.

Nos vamos con un pedacito de “Pole Pole ” en nuestro corazón. 


Cristina y Ester

Abrir WhatsApp
Hola
¿Necesitas ayuda?
Carrito
  • No hay Productos en el Carrito