Diez niños de la calle, diez supervivientes…
Una de las cosas que más me impactó en mi primer viaje como voluntaria a Kenia fue ver a los niños tirados en la calle… Sí, si has leído bien, TI-RA-DOS, abandonados a su suerte y sobreviviendo de rebuscar en la basura.
Sé que es fuerte leer esto pero es así:
- Sin un techo…
- Sin comida…
- Sin acceso a agua…
- Sin asistencia médica…
- Sin educación…
- Sin cariño…y un largo etc.
Ante esta situación, en octubre de 2020, pusimos en marcha junto a Charlie, coordinador en terreno, un programa para 10 niños de la Calle, en este caso de Eastleigh en Nairobi. Este se llevó a cabo durante 6 meses en los que los 10 niños tuvieron cubiertas sus necesidades más básicas. Recibían cada día un plato de comida con postre, una ducha semanal y les compramos ropa y calzado.
Cuando lo intentas, pero te das cuenta de que no está en tu mano el cambio…
Este proyecto tenía prevista una segunda fase en la que los niños ya no dormirían en la calle. La idea era alquilar un piso para que tuvieran un techo. Posteriormente se contemplaba una tercera fase cuyo objetivo era que los niños más pequeños tuvieran acceso a la escuela y los más mayores asistieran a un centro de formación para aprender un oficio.
Ante la incertidumbre por llevar a cabo un proyecto de estas características, en Amor Sin Barreras nos dejamos asesorar por colectivos que tienen experiencia y llevan años en cooperación, incluso con programas con niños de la calle. Aquí nos topamos con varias situaciones que no podíamos controlar: los hábitos adquiridos por los chicos, la incertidumbre sobre cómo sería la convivencia junto a nuestro coordinador en terreno y entre ellos, hasta el importante problema de los niños con las drogas.
A veces no es fácil tomar decisiones…
Con esto sobre la mesa, nos damos cuenta que lo que necesitan los chicos son profesionales y personas formadas en integración: educadores sociales, psicólogos, pedagogos… viviendo con ellos; y Amor Sin Barreras no cuenta con esos recursos.
En enero de 2021, el equipo de Amor Sin Barreras viaja a Kenia, y les propone a los niños cubrir su educación y formación en centros internos cuyos gastos y necesidades correrían a cargo de la ong. Ante esta propuesta, los niños más mayores no muestran interés y dos de los pequeños sí.
Y en medio de todo esto, los chicos reciben una oportunidad para salir de la calle. Fue durante el reparto de comida en la azotea en la que acostumbraban quedar con Charlie. Allí se acercó uno de los responsables de un centro que ayuda a chicos de la calle en Nairobi, llamado Don Bosco y apoyado por ONGs internacionales, para proponerles ir internos al centro. Los niños aceptan y van al centro. Amor Sin Barreras habla con el centro para que cualquier necesidad que surja, ASB estará para ayudarlos.